Roma es de esos destinos que nunca decepcionan. Podrá gustarte más o menos el arte, podrá gustarte más o menos la gastronomía, podrá gustarte más o menos sus miles de restos históricos, podrá gustarte más o menos su carácter gritón cercano y alocado, podrá gustarte más o menos que sea la capital religiosa del catolicismo, pero Roma siempre es eterna, tiene algo que engancha y gusta, tiene algo que te hace volver una y otra vez, hay 1001 razones para visitar Roma.
LA CIUDAD SIEMPRE ETERNA
Puedes perderte por el centro deambulando entre la Plaza del Poppolo y la Plaza Venecia, a un lado y a otro de la Vía del Corso y recorrer sus muchas plazas, su muchas fuentes, sus muchas pequeñas iglesias, sus muchos cafés, heladerías, osterias, y sentarte a degustar alguna de esas delicias mientras ves pasar los ríos de turistas en busca de la foto perfecta.
Puedes adentrarte en su historia de más de 2700 años de antigüedad y visitar el Panteón de Agripa, o el Templo de Trajano, o el Coliseo, o el Campidoglio y su vista sobre el Foro, o las Termas de Caracalla, o la Columna de Trajano, o el Arco de Constantino, o el de Tito, o el de Septimio Severo, o el Mercado de Trajano, o el castillo de Sant Ángelo.
Puedes recorrer sus muchas Basílicas, como la San Juan de Letrán, San Pedro in vincoli, o Santa María la Mayor, San Pablo Extramuros y ya de paso las catacumbas de Calixto o las de San Sebastián Extramuros o las de Priscila.
Puedes visitar los Museos Vaticanos con sus muchísimas obras de arte, y sus artesonados impresionantes, y llegar hasta la Capilla Sixtina de Miguel Angel, recorrer la Plaza de San Pedro de Bernini con su increíble columnata, o contar y admirarse con cada una de las estatuas que tiene en lo alto, y adentrarse en la Basílica más grande del mundo con la cuarta cúpula más impresionante del mundo, y admirar la mirada desencajada de una madre con su hijo muerto en su regazo (la famosa Piedad de Miguel Ángel) y contemplar la vidriera del Espíritu Santo en forma de paloma, y admirarse con las columnas salomónicas que proyectara Bernini para el magnífico altar del panteón de la Cátedra de San Pedro. y ver el cuerpo incorrupto del Papa Bueno, el santísimo Juan XXIII que abrió las puertas y ventanas de la iglesia para que entrara el aire fresco de la sociedad y que cuatro pontificados después el Papa Francisco está intentando actualizar.
Puedes degustar uno de sus muchos platos de fina y rica pasta italiana, siempre hecha en el día y siempre al dente, unos rigatoni, o unos espaguetis, o unos tagliatelle, o unos rabioli, con una de sus muchas salsas: Bolognese, Amatriciana, Arrabiata, Cricia, Carbonara… o degustar algunos de sus fritos tradicionales, la Carciofa Giula, o la mozzarele rebozada y frita, o las olive. Y qué decir sus pizzas? a la leña, con la justa cantidad de tomate y de mozzarela fresca de buffala, y con cientos de posibilidades e ingredientes…
Es eterna, inmensa y tienes 1001 razones para visitar Roma…
¿Vamos?
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