Cuando el trayecto es más importante que el destino

¿Y si nuestra ansia por conocer mundo, por atesorar en nuestros ojos bellos lugares, por llegar a los lugares de nuestros sueños nos ha impedido disfrutar del verdadero viaje? ¿No nos ha permitido darnos cuenta que el trayecto es más importante que el destino?.


CUANDO EL TRAYECTO ES MÁS IMPORTANTE QUE EL DESTINO.

¿Cuándo comienza tu viaje?

La pregunta parece una irrelevante a priori, pero si nos detenemos un poco nos daremos cuenta que tiene más transcendencia de lo que parece y no es posible responderla fácilmente.

Pequeños descubridores

El viajero por definición es una versión reducida (con recursos a mano) del Descubridor que antaño se echaba a explorar ultramar para conocer los límites de lo conocido. Y en nuestro inconsciente subyace la pretensión de conocer, de descubrir, de conquistar los paraísos que nuestra historia personal ha ido fijando en nuestra consciencia como lugares míticos a los que queremos llegar. Nuestras “Ítaca” particulares.

Despreciamos lo importante

Y en esa fijación por arribar al descubrimiento, por tocar América, por llegar a Oriente, por alcanzar el punto más austral de la tierra, por volver a Ítaca, vamos minusvalorando los procesos de cada día, los sucesos que tenemos que salvar, los percances que sacan de nosotros toda la energía para superarlos con éxito, las experiencias en cada paso dado, incluso las personas que nos encontramos en ese camino a nuestra Ítaca particular, nuestra meta fijada.

Es en ese día a día, en los problemas superados con éxito, en esas experiencias de cada paso, en esos percances, en esos sucesos y en esos procesos del día a día, donde está el verdadero viaje porque:

“Todo lo que eres hoy, es gracias a aquello que hiciste y a lo que no. A tus éxitos, pero también a tus fracasos”.

Disfrutar del Viaje completo

Dicho esto solo nos queda una cosa, aprender a disfrutar del viaje en su totalidad. O ¿no es apasionante descubrir que tienes unos días para realizar ese viaje soñado? ¿No es bonito pensar dónde te gustaría ir, qué visitar, o qué degustar? ¿No es maravilloso confiar todo el proceso en un buen asesor que te facilita toda la preparación y ayuda durante el viaje? ¿No es ilusionarte preparar la maleta y lo que necesitas para tu viaje? ¿No se te pone el hormigueo en el estómago cuando estás delante de las pantallas del aeropuerto buscando tu puerta de embarque, o con el despegue ya en el avión apretando la mano de tu acompañante por la emoción?

Y toda la retahíla de pequeños placeres que van ocurriendo según transcurre el viaje…

El trayecto es más importante, el trayecto es El Viaje

Emociona pensar en esos instantes, ¿verdad? Eso, para nosotros es el viaje y no el instante de llegar a un destino que realmente nunca llega porque TODO es el destino, todo es el viaje.

Hay un dicho entre los peregrinos del Camino de Santiago que dice “A Santiago sempre se vai. Nunca se chega” (A Santiago siempre se va. Nunca se llega) porque son tantas las experiencias que regalan los viajes que realmente nunca llegamos a destino.

Y como broche de esta publicación os regalamos un bonito poema de Constantino Cavafis, un poeta griego que vivió en Alejandría entre el siglo IXX y el XX, y que habla del viaje, del trayecto, y de la vida en camino hacia Ítaca, la Ítaca de Ulises:

Ítaca

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.


 

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